No es sólo un programa de televisión basado en las películas, es una adición oficial a la saga que aboga por unir todo el universo que se creó en una sola historia llena de giros y personajes. En esta serie de ocho episodios, Don Mancini toma como punto de partida la historia más popular de toda la franquicia.
La excelente ‘Child’s Play 2’ (1990) vuelve al diseño original de Kevin Yagher que estaba previsto para la primera parte, con un niño que, más allá de ser una víctima, es el objetivo de la corrupción del muñeco, convirtiéndose en su herramienta.
Esto cambia el papel de Chucky, que pasa de ser una conciencia diabólica a ser una marioneta viva consciente de sí misma. Amplía la relación entre el hombre y la marioneta a una dimensión psicológica que siempre ha estado presente en las películas de marionetas desde Dead of Night, de 1945.
Ahora bien, esta serie tiene algunas similitudes con ‘Magic’ (1978) o ‘Freddy’ (1982) de Chicho Ibáñez Serrador. A pesar de esto, sus matices no quitan el espíritu del slasher que puso a la pequeña marioneta pelirroja a la altura de Freddy, Jason y Michael Myers en los años 80 y 90.
Chucky, presentado con un profundo sentido queer
En el primer episodio, Chucky reaparece en una venta de garaje local y es comprado por un joven artista llamado Jake Wheeler (Zackary Arthur), que está trabajando en una pieza grotesca hecha con partes de muñecas. Detalles como esta escultura son obra de Nick Antosca. Coproduce la serie con Mancini, que se ha asociado con él para llevar uno de los programas más valientes y diferentes de la historia de la televisión, el escalofriante ‘Channel Zero’.
La visión de Antosca es extraña, oscura y mórbida, lo que la diferencia de las películas más recientes que son mucho más frenéticas.
Otra cosa que Mancini aprovecha es la apertura mental de la televisión moderna para incluir temas relacionados con la comunidad LGBT+. Siempre quiso explorar este tema, pero no podía debido a la censura y el personaje de Jake ha acumulado diferentes inseguridades que el muñeco intenta vampirizar, derivadas de su batalla por aceptar su sexualidad.
La primera mitad del episodio es bastante oscura, ya que la angustia adolescente hierve en un matiz oscuro y sombrío que da una vibración mucho más siniestra a su dinámica con Chucky. Sin embargo, una vez pasada la primera mitad de la película, todo se dirige hacia una línea argumental adolescente más trágica.
La verdadera magia es la forma natural con la que la serie desarrolla las sinceras escenas de enamoramiento de Devon (Björgvin Arnarson). En la primera temporada, Arthur y Arnarson funcionan de forma orgánica, haciendo que su relación como desconocidos sea más vulnerable y esté más conectada con el primer amor, que muchas series mucho más acomplejadas y centradas en las relaciones románticas de los adolescentes.
Además de estas cosas, no hay que olvidar que «Chucky» es una serie terrorífica, malvada, inquietante y malhablada.
El gore hace de esta producción algo fresco y aterrador
Esta temporada presenta una poderosa colección de crímenes, argumentos creativos y asesinatos únicos que continúan la tradición de escenas elaboradas de la franquicia.
Algunos de estos cortes pueden ser crueles y realmente sangrientos. Mientras que otros tienen una acumulación de suspense y tensión realmente impresionante. Alcanzando el punto álgido en el equilibrio perfecto de suspense y sangre del episodio 6, que recoge lo mejor del manejo perverso de la tensión.
En esta producción, hay un par de formas inteligentes de traer de vuelta a algunos personajes de las películas. El giro argumental sobre Charles Lee Ray no fue tan interesante, pero sí lo suficiente como para satisfacer a los fans. Y la aparición de Jennifer Tilly es un poco exagerada, pero es divertida y añade los elementos de locura que han acompañado a las aventuras de Chucky en los últimos años.
Creando un sentimiento de celebración, Mancini tiene confianza en este universo. Muestra una fuerte creencia en sus propios delirios, lo que hace que funcione. La franquicia «Child’s Play» vuelve con fuerza. No se trata de un simple remake o reinicio, sino de un reinicio en toda regla que aprovecha las nuevas tecnologías. Los productores han retomado el material original y lo han actualizado para la era moderna.
La producción tiene algunos problemas estructurales, pero los compensa con asesinatos grotescos, un papel importante para la visibilidad queer en el género y una severidad única en la elección de sus víctimas. Mantiene su estilo grosero, sarcástico y empapado de sangre en todo momento.