Todavía tenemos un recuerdo muy claro de la emoción al ver el primer episodio de ‘Fringe’ (Al límite). El recuerdo es tan bueno porque la serie tiene una trama increíble, los actores son geniales y cada episodio es diferente al resto.
Un gran evento del que hablamos en su momento, que nos recuerda a una época prestreaming, en la que era difícil seguir una serie oficial de este calibre en España. Al menos bajo ciertas condiciones. Catorce años después, tenemos una oportunidad de oro para reconsiderarlo gracias a HBO Max.
J.J. Abrams, Roberto Orci y Alex Kurtzman crearon la serie basándose en un misterio: ¿qué pasó con el vuelo 627 que aterrizó en Boston con todos sus pasajeros y miembros de la tripulación muertos? Este inexplicable misterio motiva que la agente del FBI Olivia Dunham (Anna Torv) se ponga en contacto, a través del hijo de este, con el Dr. Walter Bishop (John Noble), un científico loco especializado en la ciencia experimental y en lo que está al límite de nuestro conocimiento.
No queremos desvelar demasiado, pero podemos decir que esta es la semilla que hace que estos tres protagonistas se trasladen a la División Fringe de la agencia, especializada en todo aquello que no puede ser explicado por la ciencia convencional pero que puede ser pensado fuera de la caja.
Esta serie presenta infinitas posibilidades en su historia
A pesar de los fallos que podamos encontrar en el piloto, estaba muy claro, tanto desde el punto de vista estético como conceptual, que Abrams y compañía tenían una visión clara:
“La intención era crear una serie que estuviera en la misma línea que algunas de las primeras películas de [David] Cronenberg o ‘Un viaje al fondo de la mente’, un poco de ‘La dimensión desconocida’ y ‘Expediente X’, una serie que se sintiera realmente extraña y realmente humana al mismo tiempo. Así que llamé a Alex y a Bob y les dije: «Oye, ¿no sería divertido si todos juntamos nuestras cosas favoritas y hacemos algo que queramos ver?»
Para expresar la complejidad de David Cronenberg y el misterio de ‘Expediente X’, Abrams, Bryan Burk y otros productores (llamados The Lab) diseñaron un escenario en el que todo podía ser posible. Como muestra la cabecera (que cambia con cada temporada y los episodios especiales):
Cronenberg quería crear un laboratorio de aspecto muy realista en la pantalla. Por eso llamó a su diseñadora de producción de toda la vida, Carol Spier, para que formara parte del proyecto. Su tarea consistió en plasmar esa idea de un laboratorio lleno de infinitas posibilidades.
Esta serie presenta un equilibrio entre la serialización y la conclusión
El éxito de «Lost» dio lugar a una oleada de programas de televisión misteriosos, muchos de ellos ricos en mitología. Pero, por otro lado, la televisión en red exige una cierta estructura. La solución fue casar el aspecto procesal del monstruo de la semana (como si Mulder y Scully estuvieran involucrados) con los arcos de serie de ambos personajes y la mitología general. En realidad se nota bastante en esa primera temporada en la que se van construyendo, caso a caso, los pilares de lo que veremos en un futuro. ‘Fringe’ cogía vida propia. En palabras de Burk:
Cuando ves los primeros episodios, puedes ver que intentamos tener episodios autocontenidos, pero la naturaleza de la serie y lo que queríamos que fuera y lo que nos negamos a hacer, es que fuera una serie. No creo que nos hayamos propuesto conscientemente hacer otra serie de ciencia-ficción por entregas. A menudo la serie te dice lo que quiere ser, y este fue uno de esos casos.
Esto queda claro desde el episodio 7, uno de esos episodios fundamentales que demuestran que la serie sólo está arañando la superficie y que hay una tonelada más que conocer sobre este universo. Con cada episodio que pasaba, estas apariciones de observadores y conversaciones veladas empezaban a cobrar un mayor significado… hasta el final de la temporada, donde descubrimos que hay un mundo alternativo.
Esta joya cuenta con 100 episodios
Esta revelación proporcionó respuestas a algunos de los misterios que ‘Fringe’ había sembrado, a la vez que ampliaba esas infinitas posibilidades en las que siempre habían pensado. En la segunda temporada, los guionistas tenían libertad para hacer lo que quisieran. La serie se ganó la reputación de ser previsora y de hacer siempre las cosas de forma diferente. Se deshicieron de todo lo que no funcionaba y desarrollaron personajes y tramas que habían permanecido latentes en la primera temporada.
Los espectadores de ‘Fringe’ siempre vivieron al límite. No tanto por las dramáticas líneas argumentales que nos envolvieron durante cinco años, sino porque sus audiencias nunca llegaron a ser lo suficientemente grandes, lo que a menudo le llevó a ser llamada «la mejor serie que nadie ve». Llevamos encendiendo velas a los santos cada mes de mayo para poder seguir viendo a Olivia (y a Fauxlivia) año tras año.
La serie era una clase magistral sobre cómo hacer lo que mejor se sabe hacer, incluso frente a los límites tecnológicos. La televisión de ciencia ficción ha cambiado mucho en los últimos diez años. A pesar de los inconvenientes iniciales, el viaje fue fantástico de principio a fin. A pesar de los inconvenientes iniciales, el viaje fue fantástico de principio a fin.