"La casa de papel" - Capítulo 3 - seriesycine.com

«La casa de papel» – Capítulo 3

La casa de papel capítulo 3

Denver recuerda lo que dijo el Profesor una y otra vez en Toledo, ni una gota de sangre “En el momento que haya sangre, dejaremos de ser Robin Hood y pasaremos a ser unos hijos de puta” mientras encañona a Mónica en los baños. Ella le suplica por su vida, y él se debate entre matarla o dejarla viva, hasta que finalmente toma su decisión. Se oyen los disparos, y entre los rehenes empieza a cundir el pánico. Mientras, Moscú se entera y se enfurece por la orden de matar que ha recibido su hijo, lo que casi le cuesta la vida. Prosiguen las negociaciones en el capítulo 3 de La casa de papel, entre la inspectora Murillo y el Profesor, para dar fin a esta situación y que nadie salga herido o, lo que es peor, muerto.

La Inspectora empieza a intimar con un desconocido

La inspectora Raquel Murillo sigue empeñada en que los atracadores se rindan a cambio de una rebaja penitenciaria, pero el Profesor, inteligente y con sus estrategias bien estudiadas, sabe darle la vuelta a la tortilla e impone sus condiciones para que todo acabe: quiere unos camiones y un barco que está en Galicia, para poder huir de la Fábrica con su equipo. Murillo, también inteligente y experta, sospecha que hay un plan preconcebido, que no pretender robar en la Fábrica, sino imprimir sus propios billetes sin marcar ¿cederá Raquel ante la Propuesta del Profesor? ¿Cree de verdad que éstos son sus planes, o que los está cambiando sobre la marcha?

Tokio admite que le gusta Río, y que siente algo por él, por eso se empieza a poner celosa con el acercamiento de éste a la estudiante Alison, cada vez más claro y evidente.

Denver ha quedado de acuerdo con Mónica para simular su asesinato. Le dispara en la pierna, y ella se hace la muerta, tirada en el baño para que Berlín compruebe que, efectivamente, la ha matado. La esconde en una cámara acorazada de dinero que sólo Mónica conoce, y mientras, empieza a limpiar las manchas de sangre del baño con la ayuda de Berlín, satisfecho porque se hayan cumplido sus órdenes y el grupo sigue funcionando con total disciplina.

Mientras, Raquel Murillo empieza a acercarse a Salva, el nombre por el que se hace conocer El Profesor cuando coinciden juntos en la cafetería. Ambos congenian, y “Salva” escucha a la verdadera Raquel, que empieza a confiar en él y a contarle cosas personales. Salva actúa como el desconocido amable, y Raquel no sabe que le está empezando a abrir su corazón al verdadero cerebro de la operación de la Casa del Timbre.

La casa de papel va subiendo en cuestiones de sentimientos. En el capítulo 3 se van perfilando las personalidades y sentimientos de algunos de los personajes. El amor incondicional de un padre hacia su hijo, y de un hijo hacia a un padre, la necesidad de la inspectora, que no deja de ser una mujer, de confiarse a un desconocido, la compasión de alguien hacia un semejante al que han ordenado matar, la ternura con la que cuida a una escondida y atemorizada Mónica…es un ambiente que cada vez resulta más claustrofóbico e intrigante y donde empiezan a aflorar, cada vez con más fuerza, el miedo, las tensiones y, sobre todo los sentimientos.

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