La casa de papel es siempre una caja de sorpresas. Después de que Berlín y el Profesor descubran que Mónica, la secretaria, está viva, el Profesor decide poner en marcha el llamado “Plan Valencia”, un plan que pretende que la policía pierda el tiempo para poder seguir adelante con el verdadero atraco. En el capítulo 7 y gracias a este nuevo operativo, la inspectora Murillo entrará en la Fábrica de Moneda y Timbre en una visita controlada, aunque Raquel, una mujer experimentada y de recursos, intentará realizar una maniobra que puede poner a los atracadores en peligro.
La policía tiene ya a tres atracadores identificados: Río, Berlín y Tokio. El tiempo apremia, para los atracadores porque tienen que seguir con su plan, para la policía porque hay que darles caza sin provocar víctimas. Ante las ráfagas de fuego que la policía escucha en el interior de la Fábrica, la inspectora exige al Profesor una prueba de vida de los rehenes, sin sospechar que se trata de una artimaña de la banda para despistarles. Sin embargo, las pruebas de vida están manipuladas y la inspectora exige entrar personalmente para comprobar que los rehenes están vivos. El Profesor ha triunfado, Raquel ha caído en la trampa y así, entra en el edificio.
Raquel entra en la Fábrica y contacta en secreto con uno de los atracadores
A través del micro del subinspector, el Profesor escucha que están siguiendo la pista de unas farmacias en Toledo, lugar donde se hicieron los últimos pedidos de un medicamento que utiliza Berlín, que sufre de una enfermedad degenerativa, según el testimonio de su compañero de celda. El subinspector empieza a seguir la pista y se dirige a la farmacia, pero alguien se le ha adelantado, y ha cogido todos los registros de la farmacia. Es entonces cuando el subinspector cae en la cuenta de que tan sólo él y Raquel conocían la existencia de esos registros ¿qué está pasando?
Mientras tanto, la inspectora lleva al menos dos horas en la Fábrica comprobando las pruebas de vida de los rehenes, y empieza a desesperarse, cuando de repente escucha de lejos que las máquinas están imprimiendo. Es entonces cuando lo ve con toda claridad: el Profesor la ha engañado para ganar tiempo, y los atracadores siguen con su plan. La entrada de Raquel en la Fábrica produce, además, una fractura en el grupo, ya que la inspectora les revela que uno de ellos, que no es otro que el implacable Berlín, sufre una grave enfermedad degenerativa, y que le quedan meses de vida.
En el capítulo 7 de La casa de papel Alison, que aún está pendiente de la prueba de vida, intenta escaparse de los secuestradores, pero gracias a los monitores del Profesor, Nairobi la atrapa y la lleva delante de Raquel. Su misión allí se ha acabado. Sin embargo, su visita no resulta una pérdida de tiempo, porque ha conseguido contactar con uno de los atracadores, a quien ella considera más débil, para intentar que éste entregue a sus compañeros ¿cómo lo ha hecho? ¿lo conseguirá? El tiempo corre sin tregua, son muchos los días de encierro y de tensiones. Los dos, Raquel y El Profesor, siguen jugando una partida difícil que a estas alturas, no se sabe cómo acabará.