Tony Curtis fue candidato al Oscar, en la categoría de mejor actor, en 1958 por su interpretación en la película Fugitivos, donde encarnaba a un convicto que escapa de prisión encadenado a Sidney Poitier, aunque en esa ocasión sería David Niven quien se levantara la codiciada estatuilla en el Kodak Theater por su actuación en Mesas Separadas. De todos modos, Curtis será recordado por su papel en Con faldas y a lo loco, junto a Jack Lemmon y Marilyn Monroe.
Padre de la también afamada actriz Jamie Lee Curtis (la que fuera musa del cine de terror durante la transición de las décadas 70-80 gracias a películas como Halloween, La Niebla, Prom Night o El tren del terror), este actor neoyorquino es uno de los rostros más clásicos de Hollywood, de cuando todavía estaba bien visto que los protagonistas llevaran un cigarrillo colgando entre los labios, y es que debutó en 1949 de la mano de Robert Siodmak en el film El abrazo de la muerte, muchos fueron los títulos que lo seguirían, entre ellos El gran Houdini (George Marshall, 1953), El estrangulador de Boston (Richard Fleischer, 1968), Trapecio (Carol Reed, 1956), Espartaco (Stanley Kubrick, 1960) Operación Pacífico (Blake Edwards, 1959) o la adaptación de la novela de Agatha Christie, por la que sentimos debilidad, Espejo Roto (Guy Hamilton, 1980).
A medianoche del 30 de Septiembre de 2010 Tony Curtis fallecía en su casa de Henderson, en el Estado de Nevada.
imagen: sensacionvintage.blogspot.com
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